Justicia
Criminologías y Feminismos. Por Ana Clara Piechestein
La marea feminista.
Criminologías y Feminismos:
Ana
Clara Piechestein
“Ahora que si nos ven”
La marea
feminista que irrumpió con fuerza en
la escena pública en los últimos años tuvo que hacerse camino a través de las
imponentes columnas de la Facultad de Derecho de la UBA. Hacia fines del año
2017, los esfuerzos de otrxs que mucho antes, habían comenzado a abrir las
puertas de los “claustros” para introducir los debates de la agenda feminista, tomaron
cuerpo en grupos de docentxs -la “Red de Profesoras de la Facultad de Derecho”-
y de estudiantxs -“Sororidad en Derecho”-, que tanto de modo articulado como
autónomamente, promovieron discusiones sobre la necesidad de contar con un Protocolo contra la violencia de género
en la Facultad, de transversalizar la perspectiva de género en la enseñanza del
Derecho, y de pronunciarse sobre la legalización del aborto, entre otros temas.
Ya desde la sanción de la figura del
femicidio en 2012 y luego con la emergencia de movimientos como el Ni Una Menos, había comenzado a
evidenciarse en diversos ámbitos, no sólo académicos, la necesidad de contar
con herramientas específicas que pudieran, por un lado, enmarcar los debates
que ya se venían dando en torno a la utilización punitivista del sistema de
justicia penal para frenar la violencia de género, y por otro, de ámbitos en
los que se produjera conocimiento específico desde el cual proyectar los
cambios reclamados en materia judicial, de política criminal y de seguridad.
Sin embargo, pero del mismo modo que ocurrió en la criminología tradicional
hasta bien entrados los años 70, las perspectivas feministas sobre estos temas
no habían sido incluidas en la curricula de formación de lxs futurxs operadores
del Derecho. Hacía falta introducir al menos una materia optativa que les
permitiera a quienes quisieran combinar el estudio de las teorías feministas
con el de la criminología.
Impulsadas
por esa marea, y con el aliento y
acompañamiento de Iñaki Anitua y el apoyo de queridas compañeras y colegas que
nos brindaron consejos de experiencias previas, nos
animamos a formular una propuesta de curso que -reconocíamos- era muy
ambiciosa: proponer un recorrido
genealógico a través de los distintos momentos del movimiento feminista y la
forma en que sus desarrollos teóricos y postulados políticos han sido
incorporados -o no- en los análisis criminológicos desde los comienzos de la
criminología como “ciencia” en siglo XVIII hasta las últimas décadas. Es decir,
una historia de los encuentros y desencuentros entre las criminologías y los
feminismos.
El
“germen” de la propuesta había sido plantado en el curso cuatrimestral de
Criminología a cargo del querido maestro Iñaki, por el cual pasamos -y por
suerte algunxs nos quedamos- varias camadas de estudiantxs que aprendimos que
las historias de los pensamientos criminológicos comienzan con la construcción
de un Otro que es en realidad una Otra (la bruja del Malleus Malleficarum); que la mejor herencia de las criminologías
criticas nos la dejaba Elena Larrauri, y que los derechos humanos también
tenían lugar en el abordaje del sistema penal porque así lo proponía la gran
Lolita Aniyar. Con el tiempo, se fueron incorporando nuevos textos a esos
propuestos en el programa, para intentar dar cuenta de la cada vez mayor
importancia del punto de vista feminista sobre la cuestión del delito, el
castigo y el sistema penal en general. Pero no alcanzaba con intercalar algunos
breves comentarios o dedicar alguna clase a tratar un tema: era necesario
contar con un espacio –físico y temporal- para “seguir el debate” y para
expandir y profundizar las preguntas y discusiones que tanto nos movilizaban.
Pero hizo falta que se instalara socialmente el feminismo a “fuerza
de acumulación y movimiento” como ha dicho Ileana Arduino, para que se pudiera
instalar en las aulas, y se reconociera, o al menos se diera el puntapie
inicial, la trascendencia para la comprensión y el análisis del sistema penal y
del derecho.
“Ahora
que si nos ven”
Uno de los objetivos principales
tenidos en miras al pensar la materia fue acercar a lxs estudiantxs a la
relación entre los movimiento social y producción de conocimiento, teniendo
como presupuesto que teoría y praxis están íntimamente ligadas y se retroalimentan.
Sin embargo, no siempre esa relación es de tipo líneal, sino que es mas bien
zigzagueante.
En ese sentido, el curso no se
denominó “Criminología feminista”, para con ello dar cuenta de que, al mismo
tiempo que no existe un solo feminismo sino múltiples y con puntos de partida
diversos, también hay conocimiento “criminológico” con perspectivas diversas y
no siempre coincidentes entre sí, y que eso que llamamos criminología no
constituye un cuerpo único y homogéneo sino que esta, como el campo político, en
constante disputa y (de)construcción.
Nos resulta clave, además, promover el
pensamiento situado desde el contexto de América Latina y, en especial de
Argentina, engarzar los debates con la historia pasada y presente de los feminismos,
negros, descoloniales, populares, originarios, y recuperar la praxis feminista
en términos de política criminal, de seguridad y de prevención sobre todo
aquellos en torno a la pregunta por el qué
hacer con la violencia machista.
Pero no se trata tan sólo de sumar feminismo a los contenidos. Tomarse en
serio el feminismo en su planteo político, supone además intentar generar una
transformación del espacio pedagógico para que no continúe alimentando las
lógicas tradicionales y androcentristas del ámbito académico formal, que descentralice
el rol de lxs docentes como únicxs detentadorxs de saber y horizontalice los
intercambios, que promueva la circulación de la palabra sobre todo en quienes
suelen ser relegadxs y que se sustente en las experiencias de lxs sujetxs del
proceso de aprendizaje.
“Vamos
a cambiarlo todo”
Entre
las primeras experiencias satisfactorias con el dictado del curso, todavía
acotadas dado el reciente inicio, es interesante mencionar que la mitad de lxs
estudiantxs no había cursado previamente la materia Criminología, y una porción
similar no siguen la orientación en Derecho Penal. Esto además de la sorpresa
que pudiera generar, conlleva un potencial único para quienes se aproximan por
primera vez al estudio de los pensamientos criminológicos: al hacerlo directamente
desde la perspectiva feminista, evitan aprenderlos con los “vicios” propios de
una disciplina construida sobre bases androcéntricas.
También
se presentan algunos desafíos: la puesta en práctica de pedagogías feministas
que permitan poner en diálogo el saber académico y otros saberes colectivos y
personales en ocasiones encuentra límites, por ejemplo, en el uso de la palabra
atravesado por lógicas machistas, por las cuales las voces de lxs estudiantes
varones suelen ser las que se alzan en primer lugar para responder una consigna
o una pregunta.
Por
último, partimos de pocas certezas y de varias preguntas. Todavía no tenemos
claro si vamos por el camino de abonar a “refundar” la criminología
reformulando por completo sus principios políticos y epistemológicos de modo
que incorpore la perspectiva feminista en ellos, o tal vez deberíamos dirigir
los esfuerzos a fundar una nueva forma de abordar de modo feminista los
problemas de la criminalidad, la seguridad, el castigo y la justicia penal.
Pero lo que sí es seguro es que vamos a paso firme por el surco que deja la
marea, y que vamos juntas.